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Día de nieves, día de ¿¿¿bienes???

Hoy sí. La primera vez que conté uno de mis muchos tropiezos accidentales por la calle no hubo consecuencias. Recordaréis la historia. Podía haberme comido una farola mientras me perdía en los ojos de aquel ejecutivo agresivo que bajaba, seductor, por la cuesta, pero la fortuna se puso de mi lado y decidió salvarme en el último momento. Del ridículo no me libró nadie, pero al menos el daño fue solo emocional, y la parte física no sufrió.

Sin embargo, como decía, hoy SÍ QUE SÍ. Yo lo veía venir desde ayer. Si no quería salir de casa para ir a la oficina era por algo............... Una alarma dentro de mí  me decía que no fuera a trabajar, que me quedara en casa pegada al radiador. Pero no le hice caso, salí, ilusa de mí, y ZAS. Un espíritu burlón y aburrido puso en mi camino una fina capa de nieve aguada, de esas que no se ven pero que resbalan que da gusto. Soy afortunada, porque en el momento en el que me caí con todo el equipo no había nadie más por la calle, y fui capaz de levantarme con asombrosa dignidad (igual que cuando caí de culo en una papelera en Punta Cana... pero eso es otra historia!). Por supuesto hice todo lo posible para no caer, y me doblé sobre mí misma en posturas imposibles durante unos segundos eternos antes de rendirme a la evidencia: no tenía escapatoria, nadie burla la ley de la gravedad. Así que aquí me tenéis, con la rodilla más negra que el sobaco de un grillo. Menos mal que era la buena, aunque para una que no tengo destartalada, estoy haciendo méritos para destartalarla también (el destartalador que la destartale buen destartalador será, he dicho!)

Para rematar la historia, al llegar al coche me recibió una bola de nieve blanca en lugar de mi citroen azul. Me metí dentro, concentrada en mi dolor de rodilla y en mi pantalón mojado, cuando me paré a pensar que con tanta nieve fuera no podía conducir porque no veía nada. Y entonces se me ocurrió la idea magistral: seguro que si abro la ventanilla, la nieve amontonada sobre el cristal cae hacia afuera y me deja ver otra vez. No se puede ser más lista. Por supuesto, al abrir la ventana, una capa considerable de nieve cayó, sí, pero HACIA DENTRO DEL COCHE, poniéndonos a mí y al asiento perdidos de polvo blanco y congelado. ¿Yo de verdad tengo una carrera universitaria? A veces mis ideas de bombero torero me hacen dudarlo...

Aprovecho la actualización de hoy para mandar un beso enorme a la mami de mi amiga Silvia, una fan inesperada que me hace mucha ilusión! ¡¡BIENVENIDAS A MI MALETA, MADRES DEL MUNDO!! Venid, leed, y sobre todo, NO OS OLVIDÉIS DE CONTARSELO A VUESTRAS AMIGAS :)

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