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Un fin de semana intenso...

El otro día daba vueltas a la cabeza, pensando por qué últimamente no tengo historias nuevas y originales con las que animar el blog. Debería tener cientos de anécdotas, porque no he parado de viajar en los últimos meses y ya sabéis que mis viajes dan para escribir varias enciclopedias... En ese momento no fui consciente, pero este fin de semana he encontrado la respuesta. Hace mucho que no tengo anécdotas de viaje porque hace meses que no viajo con mis adorados clientes!!! Cuando viajo yo sola sale todo razonablemente bien, pero cuando viajo con ellos las cosas llegan a complicarse hasta límites insospechados... Por eso este fin de semana en Berlín con un grupo de distribuidores de telefonía móvil ha dado un giro inesperado a mi falta de inspiración. Después de todo lo que nos ha pasado en tan solo tres días no tenía más remedio que venir aquí y compartirlo con el mundo.

Me vais a perdonar pero voy a remontarme unas semanas atrás, cuando un compañero se acercó a mi mesa para proponerme acompañar de viaje a uno de sus grupos en Berlín. Como yo soy mentalmente incapaz de resistirme a un viaje, y como además él me aseguró que era un grupo sencillísimo y todo iba a ir como la seda, por supuesto acepté. Mi misión consistía en viajar el jueves por la noche a Valencia con otra compañera, dormir allí y recoger al grupo en el aeropuerto la mañana del viernes, viajar con ellos hasta Berlín y a partir de ahí dejarles tiempo libre para disfrutar de la ciudad a su aire hasta el domingo. Sonaba realmente sencillo, y las dos estábamos convencidas de que tendríamos un montón de tiempo para recorrer Berlín sin clientes, a nuestro aire. Y así, animadísimas y con ganas de viajar, nos plantamos las dos en Valencia.

Viernes por la mañana, madrugón del quince. A las 7.30 de la mañana estábamos las dos en el aeropuerto con nuestras documentaciones para repartir. Empezaron poco a poco a llegar los clientes, y ya desde el primer contacto tuvimos claro que no nos iban a poner las cosas nada fáciles. Ni en mis peores sueños imaginé trabajar con semejante panda de cafres. ¡¡¡NO OS IMAGINÁIS QUÉ GENTE!!! Macarras, maleducados, con unas pintas espantosas, pelos de punta, camisetas ajustadísimas, vaciles constantes... Vamos, unas joyitas. Típica panda de poligoneros graciositos que se llaman unos a otros "NANO" y sustituyen tu nombre desde el minuto uno por CHATA. Yo no sabía cuál de todos cumplía más con la imagen del hombre de mis sueños...........

De un grupo de 76 personas, solo 6 eran mujeres, así que encima los gallitos hicieron grupo y desde el principio fueron imparables. Cuando se enteraron de que mi compañera y yo viajábamos con ellos empezaron a babear como Homer cuando piensa en rosquillas y a hacer planes imposibles con toques erótico-festivos en sus pequeñas cabecitas.

No sé ni como conseguimos embarcar a toda esta tropa desde Valencia hasta Palma. Una vez dentro del avión nos percatamos de que solo viajábamos en aquel momento nosotros y un señor japonés (que no sé qué hacía el pobre en aquel vuelo de Air Berlín...) que en seguida se convirtió en blanco de todas las bromas. Desde llamarle SIN CHAN en su cara hasta decirle "ALOZ TRES DELICIAS! CON TOLTILLA? NOOOOO! TOLTILLA NOOOOO!" una veintena de veces, muertos de la risa.
El vuelo hasta Palma fue ruidoso y pesadísimo, aunque por suerte también fue corto.
Desde allí, 50 minutos de transbordo y siguiente vuelo rumbo a Berlín. En menos de una hora estos cabeza de chorlito consiguieron perder dos tarjetas de embarque y un DNI. Claro, cuando uno piensa en salir del avión corriendo en dirección al bar para ponerse ciego de cerveza a las 11 de la mañana es lógico que no piense en recoger sus cosas del avión del que se acaba de bajar.......

En el avión de camino a Berlín las cosas no cambiaron mucho. Descubrimos que llevábamos un artista entre nosotros que cada tres minutos compartía con todo el avión la música que estaba escuchando en ese momento. Se arrancaba solo, en el silencio del avión y a voces... SI TU QUIERES SER MI AMIGAAAAAAA TANANANANANAAAAAAA! De pronto se calmaba, pero a los pocos instantes volvía a la carga... POR UN BESOOOOO DE LA FLACAAAAAAAA DUDUAAA DUDUAAAAA...
Con esa distracción pegada a la oreja no nos dimos cuenta de que los listillos que iban en la cola habían decidido vacilar a las azafatas y robar comida del carrito según pasaba. En un descuido de la pobre chica agarraron un pack de comida y se lo fueron pasando unos a otros hasta el final del avión. La alemana, con un mosqueo que no podía más, echó la bronca mortal al jefe (pobre pringao, que había acabado inculpado por sus compañeros, con el pack de comida debajo del asiento sin él saber nada....). Tardaría una eternidad en resumir todas las que pudieron liar en un solo vuelo...

Por fin llegamos a Berlín y pude salir de aquel avión cargado de ruidos infernales. De camino al hotel igualmente se dedicaron a reirse del guía que pretendía (iluso el pobre) que escucharan sus explicaciones sobre los edificios históricos de la ciudad.....
Entramos en el hotel como elefantes en una cacharrería, revolucionamos el comedor durante el almuerzo y se cachondearon de todas las camareras, que miraban al maitre con cara de "un solo grito más al estilo RUBIAAAAA PONTE UN CAFELITO CHATAAAAA y me los como a todos".

Tras el almuerzo repartimos las habitaciones y POR FIN se fue cada uno por su lado. POR FIN nos dejaron en paz unos minutos. POR FIN, después de muchas horas, se hizo el silencio.......

Mi compi y yo aprovechamos para salir a dar una vuelta y acercarnos hasta el mítico Hotel Adlon, donde este fin de semana se alojaban las estrellas de Hollywood que asistían a la Berlinale (necesitábamos un poquito de GLAM después de la mañanita toledana). Después de un rato aguantando en la puerta muertas de frío vimos salir a Diane Kruger, monísima ella, y tras el rato freaky-fan nos volvimos al hotel. Hacía tiempo que no caía en la cama tan redonda, tenía un sueño que no podía con mi cuerpo. Me dormí como un bebé, tranquila y sin intuir ni por un segundo la nochecita toledana que nos esperaba......... (música de suspense, chan chan chaaaaannnnnnnnnnn)

A las 3.40 de la mañana un ruido infernal me hizo despertar con un salto en la cama. Totalmente desorientada empecé a dar golpes a los interruptores, tratando de parar aquel sonido que me taladraba la cabeza. Para mayor susto, además de la sirena que sonaba sin parar se escuchó una voz que decía en alemán, inglés y francés que nos encontrábamos en situación de emergencia y que debíamos evacuar el edificio. Os juro que en ese momento, con toda mi sopa, pensé que me hablaba Dios. El colmo fue que además de la alarma en mi habitación se activó el televisor, con la casualidad de que en el primer canal estaban poniendo un programa de bomberos. Me quedé un rato pensando en la eficacia de los alemanes, que por si no entiendes los mensajes te meten la alarma también por los ojos, hasta que reaccioné y me dí cuenta de que de verdad estaba sonando la alarma de incendios y que tenia que salir de mi habitación. Salté de la cama de un bote y tuve la habilidad de quitarme el pijama y vestirme de persona en cuestión de 10 segundos (que una tiene una imagen que mantener y no puede presentarse delante de los clientes con un pijama tan feo como el que yo llevaba en ese momento).

Al salir al pasillo me encontré a todos mis pollitos desperdigados sin saber qué hacer (porque como os podéis imaginar, con el nivelón cultural que llevaban, nadie hablaba idiomas así que no habían entendido el mensaje de la megafonía...). Los arrastré a todos hasta la escalera de incendios, aún con la alarma metida en el fondo de oído, en el momento justo en el que empezaban a subir los bomberos con máscaras y hachas hacia el cuarto piso. Un cuadro. En el rellano del tercero me encontré a uno de los míos con la maleta en la mano. Cuando le pregunté dónde pensaba que iba con la maleta me soltó: Es que mi ropa no se quema, CHATA. Puro Becquer es lo que había en este grupo.........
En fin, que bajamos todos a recepción con la legaña puesta y bastante desorientados, sin saber realmente qué había pasado. Algunos en pijama (y más de uno con un calentón nocturno considerable, os lo aseguro...), otros a medio vestir. Olvidé deciros que justo la noche del viernes se me había ocurrido dormir con una mascarilla hidratante puesta en el pelo, así que además de llevar la cara pálida del susto llevaba el pelo con una plasta grasienta de mascarilla. Guapa guapa pa' enamorar, vamos...

El director del hotel nos esperaba abajo totalmente indignado. Obviamente la fama nos precedía y él solito había llegado a la conclusión (bastante evidente, por cierto) de que el culpable pertenecía a nuestro grupo. En realidad nosotras también los sabíamos pero en nuestro papel de madrecitas protectoras teníamos que defender a nuestros delincuentes (digooooo... clientes! clientes! Qué cabeza...)
Finalmente se descubrió el pastel: algún graciosete había llegado al hotel con tal borrachera que se dedicó a arrancar extintores y vaciarlos, arrancar letreros con los números de las puertas y finalmente a romper el cristal y accionar la alarma de incendios. ¿No os parece super gracioso? Yo desde luego me partía de la risa mientras desalojaba el hotel casi a las 4 de la mañana........

Cuando los bomberos constataron que efectivamente no había fuego y se marcharon, dejando tras de sí uno cuantos comentarios tipo "mmmm! bomberooooo! apaga mi fuegoooooo", cortesía de nuestro grupo from Spain with love, volvimos a las habitaciones. Me costó la vida volver a coger el sueño, no podía quitarme la alarma de la cabeza...... Y sobre todo no podía parar de pensar en quién sería el energúmeno que había organizado todo aquello.

A la mañana siguiente mi compi y yo nos comimos una bronca considerable por parte del director del hotel  (que gracias al cielo era español) y dedicamos buena parte del día a hacer investigación rollo CSI: desde hablar con todos los implicados hasta reconstruir la historia e inspeccionar la escena del crimen. Está visto que nosotras no tenemos mentes criminales porque después de una intensa observación no conseguimos entender cómo un enajenado fue capaz de liarla tan parda... Quedamos con los jefes del grupo en que ellos continuarían la investigación (al fin y al cabo entre animales se entienden mucho mejor...) y que al final del día nos reuniríamos para ver si el culpable había confesado...

Mi compi y yo aprovechamos para salir a dar una vuelta por la ciudad, y descubrimos un Berlín "oculto" más allá de la Puerta de Brandemburgo y de Check-Point-Charlie. Encontramos una fábrica artesanal de caramelos donde un señor amabilísimo nos hizo caramelos de limón con zumo natural (rico rico). Nos colamos en una casa okupa reconvertida en taller de herrería donde los artistas hacen sus obras con materiales de la calle, nos enamoramos de muchas obras que si se expusieran en ARCO se venderían a precio de oro, y descubrimos un bar oculto en el último piso de la casa, lleno de grafitti, con buena música y mejor ambiente. Teníais que habernos visto a las dos pijas subiendo por aquella escalera medio en ruinas llena de pintadas... En aquel momento nos sentíamos de lo más aventureras, ya ves tú... Si alguien tiene previsto viajar a Berlín en breve, recomiendo perderse por los alrededores de la Sinagoga, no muy lejos de la Isla de los Museos.

En fin, después de la tarde de turismo regresamos al hotel para la única actividad común del fin de semana, que por cierto no pudo ser más desacertada para este grupo... CENA Y COPAS EN LA DISCOTECA MÁS EXCLUSIVA DE LA CIUDAD.....!!! Como dar margaritas a los cerdos... Les advertimos que no podrían entrar en la discoteca con zapatillas y camisetas, y cada uno se encargó de interpretar el concepto "elegancia" a su manera. Creo que tomaron como modelo a los chulos y chonis de "Hombres, Mujeres y Viceversa", porque todos iban en esa línea, marcando musculitos con camisas imposibles y luciendo rapado de chicos duros...
Durante la cena disfrutamos de una nueva muestra del talento a voces de nuestro pollito cantante y todos sus amigos, además de otros gritos incomprensibles, risas que se confundían con rebuznos y demás lindezas. Con el primer plato ya habían consumido el máximo de bebidas que teníamos contratadas para toda la cena, así que os podéis imaginar los niveles de cerveza en sangre con los que salieron del local...

De allí fuimos a la discoteca (donde, para arreglarlo aún más, les invitamos a dos copas!!!). Entonces se desató el ALFREDOLANDISMO. Teníais que verles, persiguiendo a las teutonas con los ojos como platos al grito de "a por las alemanaaaaaas". Cuando vieron que las locales no estaban muy receptivas (y además, con el nivel de inglés del personal, la conversación se les quedaba bastante cortita...) decidieron atacar al producto nacional, y entonces es cuando mi compañera y yo tuvimos que subirnos a una plataforma para escapar de las manos sueltas (lo que, por otro lado, nos expuso más a las miradas, pero nos alejó de aquellos aprendices de Pulpo Paul!!). Por suerte a la 1.30 teníamos previsto un traslado de regreso al hotel, lo que nos permitió salir de aquella discoteca enteras y a una hora que nos garantizaba al menos 6 horas de sueño... Por supuesto nuestros polluelos se quedaron de fiesta, pero yo me encargué de revisar el local y constatar que no había extintores a la vista así que me fui a la cama tranquila (y pidiendo a la Virgen de los Remedios que POR DIOS nos dejaran dormir esa noche...)

A la mañana siguiente la recepción del hotel se convirtió en un desfile de caras pálidas y gafas de sol. Yo contaba las horas para embarcarles en su vuelo a Valencia y olvidarme para siempre de su existencia. La buena noticia de la mañana llegó en cuanto salimos del hotel: los jefes nos confirmaron que el culpable de la gamberrada había confesado, así que el grupo se libraba de la denuncia general! Creímos que con esto se acababan los problemas. Al fin y al cabo, solo nos quedaba un trámite tan sencillo como la facturación en el aeropuerto...... no?

¡¡¡PUES NO!!! Ilusos, ¿¿pensáis de verdad que nos íbamos a ir de rositas?? En el aeropuerto nos plantamos los primeros en la cola para facturar con Air Berlín. Cuando, después de esperar un rato, apareció alguien para facturar, se abrió un solo mostrador. Solo nosotros éramos ya 76 personas, así que os podéis imaginar la lentitud de la cola. La gente que llegaba después del grupo veía el panorama y se negaba a esperar, así que empezamos a tener intrusos en medio de la cola. Vamos, que los alemanes con todo su morro se empezaron a colar descaradamente. Conseguimos echar a un par de personas, otros nos ignoraban haciéndose los locos y se quedaban en la cola... En un momento dado apareció en medio del grupo una pareja mayor (de unos 65 - 70 años) muy bien vestidos y con pose elegante. Los que chapurreaban algo de inglés les dijeron que se fueran al final, que nosotros habíamos llegado antes, pero ellos se hicieron los suecos. Entonces avisaron a nuestro guía local, que en un perfecto alemán les dijo que por favor no tuvieran tanto morro. La reacción del vejito nos asombró a todos, porque sacó al Increíble Hulk que llevaba dentro y empezó a soltar barbaridades e insultos, llamándonos subnormales e iletrados, con perlas como "deberíais aprender todos alemán y si no no venir a mi país". Nuestro guía, ante esa ofensa, decidió llamar a la policía (segunda visita del cuerpo en solo tres días...). Vinieron los agentes alemanes uniformados (que daban un poco de miedito), pidieron los datos al viejo, le regañaron como si fuera un niño pequeño y se marcharon, pero la pareja se mantuvo impasible en medio de nuestra fila, aguantando los gritos de nuestros "super bien educados" clientes (os aseguro que si yo me encontrara en medio de esa turba recibiendo sus gritos me moriría de miedo y saldría de allí corriendo!!).
Entonces mi compañera y yo tuvimos que intervenir. Nos pusimos delante de los abuelos en actitud de PORTERAS DE DISCOTECA, haciendo un placaje, y permitiendo que nuestro grupo pasara por delante de ellos. Para qué queremos más. Recibimos isultos y empujones, el aliento del viejo en la oreja, patadas asesinas a los tobillos... Yo alemán hablo poco, pero entiendo lo justo como para saber que aquel señor nos estaba poniendo a caldo a las dos. Ante aquella situación fue el viejo el que salió de la fila (dejando allí a su mujer con abrigo de piel...) y trajo a la policía a rastas. La consecuencia de toda esta escena es que mi compañera y yo acabamos reportadas a la policía por ofender al abuelo, y tuvimos que ir a dar nuestros datos a la comisaría del aeropuerto. Surrealista total. Por suerte en la comisaría no tomaron en serio a aquel señor enajenado y el reporte quedó en nada, pero vamos, que allí se quedaron con una copia de mi documentación.

Cuando volvimos de comisaría el grupo nos aplaudía emocionado. En aquel momento éramos sus heroínas y "molábamos un montón". Ante tal muestra de cariño y agradecimiento tuvimos un momento de "corazón blandito" y olvidamos por un segundo que estábamos ante un grupo de bestias pardas.

Después de mucho sufrimiento POR FIN les embarcamos hacia Valencia. Una vez que habían pasado el control de seguridad les confesamos que nosotras (gracias a Dios) no volaríamos con ellos porque teníamos billete directo para regresar a Madrid, pero les dimos carta blanca para cantar en la oreja de los abuelos a pleno pulmón para amenizarles el viaje, por majetes :)
Celebramos la salida de su vuelo con un whopper bien grasiento y un pastel de chocolate. ¡NOS LO HABÍAMOS GANADO! Cuando finalmente pisé Madrid sentí un alivio como pocas veces lo he sentido en mi vida.

Releyendo el post me doy cuenta de que no expresa realmente los sentimientos que viví allí durante este intenso fin de semana, pero creo que es realmente imposible expresarlo con palabras, eso hay que vivirlo. Desde luego puedo asegurar que he aprendido muchísimo sobre trato con clientes "difíciles" y resolución de conflictos legales... Y con mi puntillo de masoquismo habitual, con la lección bien aprendida (y sabiendo que no debo olvidar un látigo en la maleta) he vuelto a ponerme a disposición de mi compañero para que me mande de viaje con sus adorables grupos cuando quiera. Ya lo dicen el 21 días, que no es lo mismo contarlo que vivirlo. Al fin y al cabo, ¿¿con qué llenaría yo mi blog si no??