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I'm tired of using technology.......

Reconozco que últimamente me cuesta mucho actualizar, sobre todo por falta de tiempo, pero cuando cojo carrerilla no hay quien me pare. Llevo varios días queriendo escribir sobre un tema que me fascina (por decir algo) y al que últimamente doy muchas vueltas porque provoca situaciones de lo más contradictorias.

¿Tenéis un SMARTPHONE? Uno de esos teléfonos a los que solo les falta hacerte la cena para hacer absolutamente de todo. Son ordenadores, agendas, bibliotecas musicales, puedes jugar con ellos, tienen GPS, hacen fotos, y seguro que dentro de nada sacan uno que da masajes en los pies. Yo no tengo, pero en mi entorno últimamente se multiplican como setas. Quien hoy en día no tiene un IPhone o una Blackberry en el bolso está fuera de onda. Así que yo debo vivir en el paleolítico, porque aunque me parecen cacharritos de lo más divertidos (he de reconocerlo), aún me resisto a hacerme con uno. Si ya paso demasiadas horas al día enganchada al ordenador, solo me falta llevar uno pegado a mí constantemente. La tentación de mirar el correo o actualizar la página de Facebook cada cinco minutos para ver “quien ha comentado qué estado” o “a qué grupo se ha unido fulanita” sería demasiado grande. Es increíble cómo últimamente ha aumentado la necesidad de todos de mirar y ser mirados…

Hace unos días, metida en plena espiral de locura durante los premios MTV, quedé con un grupo de amigos para cenar. Nos juntamos seis personas, y cuando todos estuvimos acomodados en la mesa empezaron a aparecer los teléfonos, primero uno, luego otro, y luego todos los demás en tropel, como si el último que lo sacara del bolsillo fuera a pagar la cena… Eché cuentas y el resultado fue de SEIS SMARTPHONES A LA VISTA. Yo ya os he dicho que no tengo así que…………….. ¡¡¡ALGUIEN LLEVABA DOS, A FALTA DE UNO!!! La conversación empezó en seguida a girar sobre las últimas aplicaciones que unos y otros habían descargado, y los vídeos de YOUTUBE que todos NECESITÁBAMOS VER para seguir viviendo. Y por supuesto los vimos, allí, sobre los platos de pasta, porque no podíamos esperar a llegar a casa para ver a la niña más fea de la tierra cantar con voz de rata una canción de Taylor Swift. ¿¿¿Cómo es posible que en nuestros veintitantos años de existencia no hubieramos visto aquel vídeo y tuvieramos la poca vergüenza de ir por ahí con ese agujero vital?

Yo, que no tengo Iphone, traté de alejarme de aquella situación y verla con un poco de perspectiva desde fuera. Y de pronto me dí cuenta de echaba de menos esas cenas en las que HABLÁBAMOS DE NOSOTROS, de lo que nos había pasado en todo el tiempo que llevábamos sin vernos, de lo que le gusta a mi amiga el chico de la primera planta de su edificio de oficinas, de los proyectos para las vacaciones, de los nuevos retos profesionales, de la metedura de pata del otro día cuando dije algo inoportuno delante del chico que me encanta…… En lugar de eso nos dedicamos a hablar de los demás, de gente que no conocemos de nada pero que un día se partió la nariz contra una pared y quedó de lo más gracioso, y alguien que pasaba por allí lo grabó y lo colgó en la red.

Con esto no pretendo ponerme dramática y pensar que el fin del mundo está cerca por culpa de unos cuantos IPhones. Ni pretendo demonizarlos, porque seguro que tarde o temprano yo acabaré también teniendo uno. Solo espero ser capaz de darle un uso razonable y no permitir que la necesidad de estar constantemente conectada me domine…

Si solo me hubiera pasado una vez a lo mejor no le daría tanta importancia, pero la semana pasada después de un ensayo con el coro me quedé a cenar con unos amigos y la situación se repitió. La primera media hora de cena giró en torno al nuevo Iphone que había conseguido uno de ellos (en este caso la presencia de BlackBerries fue inexistente… Iphone 4 – Bberry 0), la descarga de aplicaciones, la duración de la batería (que para colmo encima parece que es un espanto y que hay que cargar el cacharro varias veces al día… ¡¡¡QUÉ PESADILLA!!!) Sobra decir que de cinco personas en la mesa yo era la única sin IPhone, así que me aburrí soberanamente mientras la conversación trataba de historias como WASSUP o ITUNES…

Creo sinceramente que la tecnología debería servir para facilitarnos la vida, pero que lo que está consiguiendo es volvernos una panda de dependientes ligeramente inútiles. ¿Os podéis creer que, como no entré en Facebook el pasado fin de semana y ví el dichoso recordatorio, olvidé por completo el cumpleaños de mi prima? Al ritmo que voy últimamente no sé ni en qué día vivo, así que dependo de Facebook para felicitar los cumpleaños a la gente que quiero. Me parece de lo más triste, voy a tener que engancharme al BRAIN TRAINER como Amparo Baró para ejercitar la memoria... Dios, hasta para eso hay máquinas ahora...

Reivindico la parte de mí que aún es un poco troglodita y pasa de modernidades, esa parte de mí que echa de menos revelar las fotos y enseñarlas a los amigos (aunque les pongan los dedazos encima) en vez de compartirlas en Facebook, la que quiere DESCONECTAR y que de vez en cuando nadie sepa nada de ella. No quiero estar disponible 24 horas, ni llevarme siempre el trabajo a casa (aunque esto ya lo hago sin Smartphone...). Y sobre todo quiero hablar con mis amigos de la última peli que ví en el cine o de la última obra de teatro, no de vídeos de Youtube o grupos de Facebook. Al menos, no siempre..............

PD: Dedico el post de hoy a mi amigo Carlos, que una vez me preguntó qué significaba esta canción. ¡Va por tí!

3 comentarios:

eva dijo...

+1 al trogloditismo. Y eso que lo diga yo que vivo pegada al ordenador... tiene riles. Pero es que esta semana mi hermana trataba de convencerme para que me apuntara a la tarifa plana de internet para el movil y me he negado. No quiero estar disponible 24 horas, el mail es para contestarlo cuando puedas, sino nos mandaríamos mensajes o nos llamaríamos... exijo mi tiempo obligatorio de desconexión. Y lo triste sabes que es? que esto mismo decía mi tío hace diez años cuando toda la familia le atosigábamos para que se comprara un teléfono móvil (cosa que acabó haciendo, por supuesto). Vamos a usar un poquito mas la cabeza y un poquito menos los aparatitos.

Stylelover dijo...

Un tiempo para desconectar no sólo hay que quererlo sino es que lo necesitamos. A mi no me gusta ni llamar por teléfono, prefiero juntarme a tomar algo. Sólo uso la teconología en casos como estos, en los cuales quiero expresarte algo y no tengo otra forma de ubicarte o gente que tengo en la distancia.
No conocía el blog, pero me encantó! Así que aquí me quedo.
xoxo
Vicky

Anónimo dijo...

Gracias por la dedicatoria.
Viva la moderación¡¡¡¡¡ pero siempre después de cansarse de ella un poquito. Uso el iphone pero no cambio cualquier pollada por una buena charla, de esas que te ponen al día y te vuelven a tener informado sobre un amigo compartiendo y entendiendo inquietudes y sueños, penas y alegrías.
Ahora un punto para la tecnología aplicada, que me decís las ecografias que me permiten ver a mi bebe dentro de la barriga de mi niña? LOS PELOS DE PUNTA!.

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