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¿¿POR QUÉ SOMOS LAS ÚNICAS QUE VAMOS DESNUDAS??

Viernes 5 de febrero. Una jornada laboral que se acaba y todo un fin de semana por delante con un plan insuperable: un viajecito a Marruecos completamente gratis, por cortesía del fantástico HOTEL RESORT MAZAGAN (no es por hacer publicidad, pero es que está de miedo!). Está en medio de la nada, a una hora de Casablanca, con kilómetros y kilómetros de playa virgen para perderse.
Es una de las cosas buenas de este curro, que a veces te invitan a sitios estupendos.

El caso es que me he pasado un finde de lujo, rodeada de compañeros de profesión, montando en QUAD por la playa, con un look mezcla entre la HORMIGA ATÓMICA y PENÉLOPE GLAMOUR (al primero que diga eso de "mujer al volante, peligro constante" me lo como), relajándome en el Hamman y aprendiendo a jugar al golf (con un swing bastante pésimo, por cierto). Me lo he ganado después de meses de intenso trabajo.


Y como todo viaje mío que se precie, tuvo un momento de TIERRA TRÁGAME, en este caso compartido con mis colegas femeninas del grupo.

Como os comento, una de las actividades estrella del fin de semana fue una sesión de hamamn. Nos informamos en el hotel y nos comentaron que a partir de las 19.00 la sauna era solo para mujeres, así que allí nos plantamos las tres intrépidas con la intención de pasar un rato entre vapores y exfoliantes. El caso es que, aunque a ninguna nos hacía mucha gracia, nos dijeron que no podíamos llevar bañador... Pero bueno, como era "solo para mujeres" hicimos un pacto mental de no mirarnos mucho y hacer como que el hecho de andar por allí en pelotas era lo más normal del mundo. Llegamos al vestuario, nos desnudamos y nos pusimos nuestros albornoces.

Y he aqui que llegamos a la puerta de la sauna, y según vamos a entrar sale una pareja (si, una mujer Y UN HOMBRE).... y los dos con bañador. Las tres nos miramos sin entender nada. Entramos en la sauna y cual fue nuestra sorpresa al encontrarnosla llena de hombres y mujeres, todos ellos CON TRAJE DE BAÑO! Es decir, que ni la sauna era solo para mujeres, ni el bañador estaba prohibido. Y nosotras allí, completamente desnudas bajo nuestros albornoces - coraza.

Salimos de la sauna muertas de vergüenza y convocamos un consejo de guerra. Planeamos cómo matar a la mujer que nos había convencido de dejar nuestros bañadores en la habitación, y después buscamos soluciones. La solución finalmente llegó en forma de RIDICULÍSIMO TANGA DESECHABLE que nos prestaron en el Hamman, hecho con un extraño material que, para colmo, era prácticamente transparente. La idea del masaje y de los vapores era demasiado tentadora como para desperdiciarla por tener que pasar un rato en topless, así que las tres valientes entramos a la sauna así, con nuestro tanga desechable por toda indumentaria. El hecho de ser prácticamente tres desconocidas en apuros generó entre nosotras una solidaridad que nos dio la fuerza que necesitábamos para olvidarnos de lo crudo del momento.
La gente dentro nos miraba como si fueramos extraterrestres, pero pasados los primeros minutos empezamos a untarnos potingues y a olvidarnos de las miradas ajenas. A los 20 minutos salimos de allí asfixiadas de calor, con muchas menos toxinas y muchisima menos vergüenza.

Y así fue como tres intrépidas agentes de viajes disfrutamos de un rato de baño turco y nos trajimos una anécdota divertida que contar de vuelta en la oficina.

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